Elmo (II)

Bueno, pues como advertí, aquí va una de Elmo, una muy curiosa. Acostumbro a meditar y hacer prácticas y sadanas sentado sobre mi cama y a menudo Elmo me acompañaba. Le gustaba sentarse y mirar lo que yo hacia. Se quedaba muy quieto y expectante, casi sin parpadear, para mí que me miraba incluso con cierta admiración y devoción, al menos eso me parecía. Una noche, al terminar de hacer unos mandalas, me agaché para acariciarlo, sin embargo Elmo seguía mirando al mismo sitio con la misma cara de expectación. Era obvio, no era a mí a quien miraba tantas veces, si no al tangkha de Tara Verde que estaba situado sobre mi cabeza. A pesar de haber nacido como un animal, fue enormemente afortunado, muchos Lamas acariciaron su lomo color canela y soplaron mantras a su oído. Durante sus últimos momentos de vida, yo mismo lo sostuve en brazos mientras le recitaba algunos textos y puse sagradas reliquias sobre su cuerpo. Espero que todo esto mas las oraciones que muchos de vosotros les habéis dedicado hagan que este querido amigo obtenga suficiente conexión con el Dharma como para que renazca dotado de todos los dones y libertades de un perfecto renacimiento humano.
Ahora cuando miro el tangkha de Tara, siempre me acuerdo de Elmo. Sobre todo, desde que me di cuenta de que al lado de la deidad hay un perro color canela que la mira quieto y expectante, casi sin parpadear, para mí que me mira incluso con cierta admiración y devoción, al menos eso me parece.